El yoga se ha transformado en una práctica muy común. Lamentablemente, muchos cristianos también se han hecho partícipes de esta “disciplina” nacida de la espiritualidad hindú y que nada tiene que ver con nuestra fe. El Documento del Vaticano: “Jesucristo portador del Agua de Vida” – Una reflexión cristiana sobre la Nueva Era- incluye a la práctica del yoga advirtiéndonos al respecto: “Entre las tradiciones que confluyen en la Nueva Era pueden contarse: las antiguas prácticas ocultas de Egipto, la cábala (…) el budismo zen, el yoga…”. La palabra yoga significa “unión”, unión con la “divinidad”, inespecífica en tanto quién es y qué lugar ocupa en la vida del ser humano. Para que esta “unión” sea posible es necesario transitar diferentes pasos, a saber: autocontrol, práctica religiosa, posturas, ejercicios de respiración, control de los sentidos, concentración, contemplación profunda e iluminación. De esto se desprende claramente que aquello a lo que comúnmente se denomina yoga (posturas y ejercicios de respiración), son sólo dos de los pasos de la escalera que llevan hacia la mencionada unión. Es claro que el yoga es una práctica contraria al cristianismo. Encierra el panteísmo: “todo es dios”, negando de esta forma al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo: tres Personas y Un Solo Dios Creador y Soberano del universo.
Pero eso no es todo puesto que con estos principios (dios impersonal, todo es dios) se niega el pecado como ofensa a Dios y como causa de condenación para los hombres, y de esta forma prescinde de la necesidad de la Obra de Cristo en la Cruz para Redención y Salvación de la humanidad; por lo tanto en cada una de sus prácticas el yoga rechaza la Gracia Salvífica de Dios y niega a Jesucristo como Salvador. ¡Completamente opuesto a nuestra fe!
Siempre que alguien practica yoga –sabiéndolo o no- en definitiva lo que está haciendo es practicar también su filosofía. Los cristianos sabemos que sólo hay Salvación en Jesucristo: “Puéis habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios….” (Efesios 2:8-9). Cristo murió en la Cruz y nos hizo así plenamente libres. Él vino para reconciliarnos con el Padre y traernos la paz. Si, pues, como creyentes sabemos que hay un solo Dios Verdadero y que sólo Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida, podríamos preguntarnos ¿con quién es realmente esa “unión” a la que se llega a través del yoga?…
La Biblia nos advierte que no nos dejemos engañar por filosofías fundadas en tradiciones humanas y no en Cristo (ver Colosenses 2:8, 18, 23).
Por tanto, hermanos, mantengamos firme nuestra fe siendo inconmovibles en la Palabra de Dios: “Vosotros, pues, queridos, estando ya advertidos, vivid alerta, no sea que, arrastrados por el error de esos disolutos, os veáis derribados de vuestra firme postura. Creced, pues, en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo….” (2 Pedro 3:17-18).