Cuando los sacerdotes -en el Antiguo Testamento- certificaban la sanidad de los leprosos, recibían a esa persona en cuestión, que se presentaba ante ellos llevando dos pájaros vivos. Puedes leer acerca de esto en el Libro de Levítico, capítulo 14.
El sacerdote derramaba agua en una vasija de barro, mataba a uno de los pájaros y permitiría que su sangre se mezclara con el agua. Luego, ataba el pájaro vivo a un trozo de madera de cedro y a un hisopo, usando un pedazo de cordón… escarlata. Así, el pájaro vivo era mojado con sangre y agua; e inmediatamente era llevado a un campo abierto, donde se lo ponía en LIBERTAD.
El pájaro era libre debido a la muerte de otro semejante a él mismo… ERA LIBERADO POR LA MUERTE DE OTRO. Y nosotros, querido hermano, también fuimos liberados por la muerte de Otro, «semejante a nosotros»: ¡JESUCRISTO!, Verdadero Dios y Verdadero Hombre.
Nosotros no teníamos esperanza alguna, hasta que la Sangre derramada por Jesucristo en la Cruz, CANCELÓ NUESTRA SENTENCIA DE MUERTE (ver Colosenses 2).
Recuerda que cuando un soldado traspasó el costado de Jesús en la Cruz, salió SANGRE y AGUA. Con razón Jesús declaró: «Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres.» (Juan 8:36).
Disfruta de la libertad que Jesucristo -el Cordero Santo de Dios- consiguió para ti.
Él te bendiga!!!