Quien sirve a Dios tiene que ser una persona pura, tener dominio de sí.
Cuando la Biblia habla de «dominio de sí» le da una fuerte implicancia también en el área sexual. Mi cuerpo no me pertenece, la Sagrada Escritura así nos lo dice: «¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? Y ¿Había de tomar yo los miembros de Cristo para hacerlos miembros de prostituta? ¡De ningún modo!» (1 Corintios 6:15), «…el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo» (1 Corintios 6:13). Si hemos transgredido este precepto se tiene que pedir perdón a Dios.
El único lugar permitido para lo sexual es el matrimonio.
Jesús es el que tiene dominio sobre mi cuerpo, por lo tanto el cristiano que da su cuerpo a la fornicación, comete un acto sacrílego tremendo, porque… «¿O no sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis?» (1 Corintios 6:19).
Abusar del cuerpo es profanar el Templo de Dios.
La tentación vendrá, yo no puedo vencerla, es Cristo quien la vence en mí.
El dominio de sí debe ocupar todas las áreas de nuestra vida:
1. Pureza del cuerpo: huir de los actos de pecado.
2. Pureza del corazón: huir de los malos deseos.
3. Pureza de la boca: huir de las groserías. (Efesios 5:4)
4. Pureza de los ojos: cuidar lo que miramos «La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso; pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡Qué oscuridad habrá!» (Mateo 6:22-23).
No puedo vivir en amor al prójimo si no soy puro.
La impureza hace que «vayamos hacia atrás» en nuestra vida cristiana, ya que no nos permite orar. La pureza se adquiere por la oración. «Sed, pues, sensatos y sobrios para daros a la oración.» (1 Pedro 4:7)
El servidor debe clamar a Dios por la pureza.
«Porque esta es la Voluntad de Dios: vuestra santificación; que os alejéis de la fornicación, que cada uno de vosotros sepa poseer su cuerpo con santidad y honor, y no dominado por la pasión, como hacen los gentiles que no conocen a Dios.»
(1 Tesalonicenses 4:3-5)