«Identificados»

“Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros. No os dejaré huérfanos: volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero vosotros sí me veréis, porque yo vivo y también vosotros viviréis. Aquel día comprenderéis que yo estoy en mi Padre y vosotros en mí y yo en vosotros. El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él.” (Juan 14:15-21).

Cuánta necesidad tiene hoy el hombre, de la Verdad. El “Espíritu de la Verdad” revela en el corazón creyente, la Luz y el Amor de Dios, siendo Él mismo, la Tercera Persona de la Deidad: “DIOS ESPÍRITU SANTO” ¡Gloria a Su Nombre!

Quienes son conducidos por Él, caminan como “hijos de la Verdad”, aborreciendo la mentira en todas sus formas, en su propia vida; al mismo tiempo, esa Presencia les permite discernir a su alrededor lo que proviene del mal espíritu, el cual es “Padre de la Mentira”: “Satanás, el Diablo”.

Lamentablemente, los tiempos que corren están plagados del mal de la mentira, de la hipocresía, de una sistemática y -en apariencia al menos- organizada acción tendiente a generar una “opinión pública” que llama “bueno a lo malo, y malo a lo bueno”

Asistimos los cristianos a esta patética realidad, muchas veces como con cierto grado de “acostumbramiento”, lo cual -creo humildemente- es de todos los males, el mayor.

El famoso dicho: “Donde va Vicente, va la gente…” que se suele oír.

El cristiano jamás puede “negociar” los valores del Evangelio: ¡NUNCA!

En ninguna situación, llegando incluso a dar su vida en defensa de esos Sagrados Valores, así como lo hicieron los mártires de la Santa Iglesia a lo largo de la historia. Mis abuelos paternos por ejemplo, lo hicieron por defender los valores cristianos en 1915.

Nuestra fe cristiana es un concreto estilo de vida¡Vida de Cristo, Señor y Salvador!

De quien como tales –cristianos– somos testigos; es decir: mártires (esto significa ser mártir: TESTIGO) que por ese testimonio es capaz de darlo todo, incluso la vida.

El Espíritu Santo en cada cristiano que vive de acuerdo a lo que cree, le revela ante todo, su identidad: “Aquel día comprenderéis que yo estoy en mi Padre y vosotros en mí y yo en vosotros”.

Sí, Cristo en nosotros y nosotros en Cristo. Cristo en mí y yo en Cristo, esa es mi identidad como cristiano y no un mero “adherir” a ciertas normas y códigos como quien participa de una ideología.

¡Cristo en nosotros y nosotros en Cristo! Esa es la clave de una vida victoriosa, libre de las asechanzas del “Padre de la Mentira”, mentor de muchos -trágicamente- pero impotente ante la Iglesia de Cristo que camina en la Comunión del Espíritu Santo y en comunión unos con otros.

Ser Iglesia es siempre amar y servir a Jesucristo: “si me amáis, guardaréis mis mandamientos”.

Ser Iglesia es caminar siempre a la Luz del Espíritu Santo; en la Verdad de la Palabra de Dios revelada en las Sagradas Escrituras.

Ser Iglesia es conservar ese depósito de nuestra Fe, la Tradición y el Magisterio y vivir como hermanos, fraternalmente para la Eterna Gloria del Padre… ¡Gloria a Dios!

Amados hermanos, Cristo en nosotros y nosotros en Cristo“¡MÁS QUE VENCEDORES!”

¡Amén!

JUAN CARLOS HOVHANESSIAN

 

IDENTIFICADOS

TÚ, QUE COMO YO, ERES CRISTIANO

TIENES UNA CONCRETA IDENTIDAD…

AMANTES DE LA PAZ Y LA VERDAD

SOMOS TESTIGOS DE CRISTO, HERMANO…

 

 

HIJOS DE UNA IGLESIA VENCEDORA

CUYA FE SIEMPRE RESPLANDECERÁ…

ALCANZANDO AL ALMA PECADORA

ANUNCIANDO A “AQUEL QUE VENDRÁ”…

 

 

EN LAS TINIEBLAS ¡BRILLE SU LUZ!

TÚ Y YO, “MENSAJEROS DE LA CRUZ”

DEBEMOS HACERLA, HOY, BRILLAR…

 

 

VIDAS SANTAS EN CONSAGRACIÓN

NUESTRA FUERZA EN LA ORACIÓN…

¡A CRISTO RESUCITADO… PREDICAR!

 

JUAN CARLOS