HALLOWEEN: UNA MODA EXTRAÑA

Desde hace varios años se va extendiendo, en algunos ambientes, la costumbre de celebrar Halloween el 31 de octubre. Es probable que la mayoría de los que adoptan esta observancia ignoren qué es lo que están haciendo, y por qué lo hacen.

Los orígenes se remontan a la celebración del año nuevo celta, en Gran Bretaña y en Irlanda, en épocas antiquísimas. Se pensaba que en la noche del 31 de octubre al 1º de noviembre el espíritu de los muertos, especialmente de los condenados a muerte, regresaba a su casa y que, además, esa noche vagaban diablos de toda especie; hadas, duendes, brujas y toda clase de espíritus se sumaban, en la imaginación popular, a ese festival siniestro.

(…) Ese momento del año era considerado propicio para la adivinación; la superstición orientaba algunas decisiones concretas de la vida de la gente. Como ahora.

(…) A causa de la coincidencia de fechas, se identificó la antigua fiesta celta con la vigilia de Todos los Santos. De allí el nombre: Halloween viene de All Hallows’Evening.

Los irlandeses que emigraron a Estados Unidos, en la segunda mitad del siglo XIX, llevaron consigo la costumbre ya secularizada, que tomó características diversas: los jóvenes invadían casas, rompían ventanas, o provocaban otros desastres. Finalmente quedó convertida en una diversión para los niños, que se disfrazaban e iban pidiendo golosinas. Es común el uso de disfraces siniestros, con reminiscencias de una noche de aquelarre. La misma referencia al origen se encuentra en el zapallo vaciado, calado como cara diabólica y con una luz adentro. ¿Qué tiene que ver el pueblo argentino con todo esto? Más vale el puré de calabaza, o el zapallo en almíbar.

Como en este mundo globalizado las modas se estandarizan y cruzan rápidamente las fronteras, desde hace unos años también entre nosotros se festeja Halloween. ¿Tendrán conciencia quienes adoptan esta moda de que, en el fondo, festejan a la muerte, al diablo y al infierno? Seguramente no quieren hacerlo; incurren entonces en una frivolidad vacía, sin sentido, inmotivada.

Halloween es una fiesta extraña, ajena a la tradición cristiana y a la cultura nacional. Sólo el debilitamiento de la fe y la pérdida de las raíces culturales explican su difusión, en alas de la propaganda consumista que viene de América del Norte.

Hace cincuenta años todavía podía notarse en nuestra sociedad la proyección de las fiestas cristianas de estos días: la solemnidad de Todos los Santos y la conmemoración de Todos los Fieles Difuntos. Precisamente lo contrario de la evocación tenebrosa de Halloween. El 1º de noviembre se celebra litúrgicamente una verdad fundamental de nuestra fe, la que profesamos al decir “creo en la comunión de los santos”; una fiesta luminosa, que nos invita a mirar hacia el cielo como nuestra patria futura, en la que nos aguardan Jesucristo, la Virgen Santísima y la multitud incontable de los bienaventurados. (…)

 

Mensaje de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata con motivo de la celebración pagana del Halloween(29 de octubre de 2008)(EXTRACCIÓN)