EL SERVIDOR: UN CIRENEO

 

“Y obligaron a uno que pasaba, Simón de Cirene, padre de Alejandro y Rufo, que venía de su campo, a que llevase la cruz.”

 Marcos 15:21

“Al salir, encontraron a un hombre de Cirene llamado Simón, y le obligaron a llevar su cruz.”  Mateo 27:32 

“Cuando le llevaban, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevará detrás de Jesús.” Lucas 23:26

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Los Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos, Lucas) nos presentan a este personaje que se involucra casi de manera circunstancial, “casual”, en el momento más fuerte, más doloroso y límite en el Ministerio público de Jesús, cual es Su camino al Calvario, donde iba a consumar el plan salvífico de Dios.

El nombre de este “actor circunstancial” es SIMÓN, alguien concreto; de CIRENE, esto es, se conoce su lugar de residencia: Norte de África, el cual seguramente, como tantos otros judíos que vivían en colonias, fuera de Judea, vino de Cirene en un peregrinaje con motivo de la Pascua.

San Marcos también nos da esta precisión: era padre de Alejandro y de Rufo, lo cual es mencionado por él, porque evidentemente llegaron a ser muy conocidos en la comunidad romana donde el autor escribió su Evangelio. “Saludad a Rufo, escogido del Señor y a su madre, que lo es también mía.” , dirá San Pablo en Romanos 16:13.

Evidentemente tenemos aquí una familia que ama al Señor, UNA FAMILIA CRISTIANA.

Así también, creo firmemente, serán las familias de los “Cireneos” de este tiempo, como tantas que vemos en la Palabra de Dios, tomando ya lo que declara ese santo varón de Dios, llamado Josué: “… Yo y mi familia serviremos a Yahvé.” Josué 24:15

Pero volvamos al principio. Dice OBLIGARON.

Tal vez en un primer momento nuestro servicio parece algo como “obligado”, sobre todo cuando nos dicen que hagamos algo que no es “lo que queremos”, sino “lo que debemos hacer”. De hecho hacemos lo que hacemos (así debiera ser) por obediencia a Dios y a Su Palabra.

Ahora quisiera “imaginar” este momento, casi como situarme en ese lugar y tratar de “ver” y “escuchar” lo que Simón vería y oiría.

Gritos, burlas, violencia de parte de los soldados… llanto y gritos de dolor de parte de los seguidores de Jesús.

Igual que hoy, diríamos, si miramos a nuestro alrededor como “es burlado Jesús”. Como se ve indiferencia de parte de tantos con relación a Cristo; violencia que parece ir cada día en aumento, al grado de locura, de irracionalidad, de matar por discutir en un problema de tránsito, etc.

Simón vería a Jesús, Cordero de Dios, pues San Lucas dice que llevaba la Cruz detrás de Jesús.

-¿Vemos a Cristo cuando “cargamos Su Cruz”?

-¿Somos capaces de ver el sufrimiento del prójimo, o miramos para otro lado?

-¿Qué hacemos con ese “Jesús sufriente” que tantas veces “camina delante de nosotros”, como para que podamos verle y ayudarle?

Sin duda era pesada la Cruz que cargaba Simón y habrá pensado tal vez: “¿Justo por aquí tenía que pasar?”, pues dice “…a uno que pasaba” ¿No decimos acaso, “justo a mi me tiene que pasar”? No, nada es casual en el plan de Dios. Estaba determinado en Su Plan Eterno que Simón llevara unos momentos Su Cruz.

-¿Habrán habido diálogos entre Jesús y Simón? ¿Miradas tal vez, que a veces hablan mejor y más que mil palabras?

-¿Y que pasaría con Simón cuando entregó la Cruz? ¿Sus manos, sus ropas? ¿No estaría sobre ellas “la Sangre del Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo?

-¿Habrá escuchado de labios de Jesús, “gracias Simón”?

No lo sé. Lo que sí sé es que todo lo que hacemos a favor del Reino de Dios nunca queda sin recompensa.  Nuestra recompensa, al igual que Simón es como él lo diría en cada testimonio junto a otros seguidores del Camino: “Sí hermanos! ¡Yo Simón, de Cirene, llevé la Cruz de Jesús detrás de Él, unos momentos…!

¿Hay acaso mayor recompensa que esta?

¿Y tu hermano servidor, tienes un testimonio como el de SIMÓN, EL CIRENEO?

¡Que Dios te bendiga!

JUAN CARLOS HOVHANESSIAN