La masonería es una organización que se presenta como filosófica y filantrópica, basada en los principios de libertad, igualdad y fraternidad, y buscadora del bien común. Sin embargo, la Iglesia nos enseña que es una secta cuyos preceptos están completamente enfrentados a la Palabra de Dios, fuente de la doctrina y moral cristianas.
En el año 1738, el entonces Papa Clemente XII, manifestó en un Documento los peligros y las gravísimas consecuencias de esta asociación; postura que se ha mantenido hasta la actualidad: “el juicio negativo de la Iglesia sobre las asociaciones masónicas se mantiene sin cambios ya que sus principios siempre se han considerado irreconciliables con la doctrina de la Iglesia (…) y por lo tanto se continúa prohibiendo ser miembro de ellas. Los fieles que se inscriben en asociaciones masónicas están en estado de pecado grave y no pueden recibir la Santa Comunión” (Congregación para la Doctrina de la Fe. Declaración sobre las Asociaciones Masónicas. Noviembre de1983).
Es conocida universalmente como “francmasonería” (término que procede del francés: franc: libre y masón: albañil), puesto que toma su nombre de los antiguos gremios -o hermandades- profesionales de constructores de la grandes Catedrales y otros templos de la Edad Media.
Sus miembros deben jurar fidelidad absoluta y obediencia ciega a sus maestros. Nunca deberán develar los “secretos” masones. Tienen ritos de “iniciación” para pertenecer y diferentes grados de jerarquía. Se refieren a Jesús como “un Gran Maestro” y manifiestan no adherir a ninguna religión, aceptando el sincretismo.
La Encíclica “Humanum Genus” del Papa León XIII, es sumamente clara y reveladora acerca de los verdaderos conceptos y fines de la masonería. He aquí algunos puntos extractados:
-El fin último de la masonería es destruir todo orden religioso y civil establecido por las enseñanzas del cristianismo, para suplantarlo por otro nuevo basado en el naturalismo. Esto es: que la naturaleza y la razón humana tienen soberanía absoluta, son dueñas y guías de todo (lo cual está en completa oposición al Primer Mandamiento). Niegan la revelación Divina y trabajan para anular en la sociedad toda influencia del Magisterio y la autoridad de la Iglesia.
-No hace que sus adeptos abjuren de la fe católica, antes bien, se sirven de esto para engañar y atraer a muchos más.
-Confiesan que Dios existe pero no reconocen la verdadera naturaleza Divina (Dios Uno, Trino y Creador de todo). Niegan la inmortalidad del alma y la vida eterna (desprecian la Gracia Divina, la Redención obrada por Cristo en la Cruz, los sacramentos y la esperanza de la vida futura).
-Promueven la educación laica, “independiente” y “libre”, que excluya toda idea cristiana.
-El matrimonio para ellos es un mero contrato que puede rescindirse a voluntad de los contratantes. Los hijos no deben ser educados en nada que tenga que ver con la religión, pues al llegar a la adolescencia cada uno debe elegir.
– Todos son libres por naturaleza, pretender que los hombres obedezcan a cualquier autoridad que no venga de ellos mismos es propiamente hacerles violencia. La fuente de todos los derechos y obligaciones civiles se halla en el Estado, que debe ser ateo.
Cabe destacar cuán actual y precisos se tornan estos apartados expuestos, para describir a la sociedad actual y sus debates.
“Para ser libres nos ha liberado Cristo. Manteneos, pues, firmes…” (Gálatas 5:1). Cristo nos liberó del pecado y la maldad por Su Preciosa Sangre vertida en la Cruz. Por Él somos hechos hermanos, y movidos por el Espíritu Santo decimos: “Padre Nuestro”, sabiendo que nos aguarda la Vida Eterna. Por ello la exhortación a estar firmes, inconmovibles en nuestra fe, en obediencia y comunión con toda la Iglesia, pues su sustento no son humanas razones, sino el sólido e inconmovible fundamento de Palabra de Dios.
¡Gloria a Dios!