“EL LOBO Y CAPERUCITA”

“Un poco de levadura fermenta toda la masa. Por mi parte, confío en el Señor que vosotros no pensaréis de otra manera; pero el que os perturba llevará su castigo, quienquiera que sea.

En cuanto a mí, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué soy todavía perseguido? ¡Pues se acabó ya el  escándalo de la cruz! ¡Ojalá que se mutilaran los que os perturban! Porque, hermanos, habéis sido llamados a la libertad; sólo que no toméis de esa libertad pretexto para la carne; antes al contrario, servíos por amor los unos a los otros. Pues toda la ley alcanza su plenitud en este solo precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Pero si os mordéis y os devoráis mutuamente, ¡mirad no vayáis mutuamente a destruiros!”  (Gálatas 5:9-15).

Cuánta de esa gran masa de gente, en particular, jóvenes, que se los oye proclamar consignas como “liberación”, “anti-imperialismo”, etc. se los puede ver adquiriendo entradas de cientos y -hasta según el caso- de miles de pesos, para que se los lleven los “cultores”, representantes, al menos de origen, de lo que tiene que ver con lo que dicen combatir.

Por un lado se dice una cosa -en casos hasta se queman banderas, lo que es repudiable- y por el otro, se favorece a lo que se combate con los dichos, a través de estos citados hechos.

Seguramente daría para un análisis, que en lo personal, no estoy capacitado para hacer, pero que sí me preocupa… tremenda contradicción.

Será que aún no habré “evolucionado”. Tal vez por no ser un “progresista” del estilo actual.

No lo sé. Sí disfruto del progreso a mi alcance y todo lo que produce desarrollo, adelanto en favor del hombre, me resulta agradable.

Detesto la demagogia, el ver a pocos “arrear” a muchos como si fuesen “ganado”…

Detesto la corrupción, el discurso falso, fraudulento, cargado de “sensiblería” embaucadora…

Detesto la impunidad… el patoterismo… En fin. Detesto el “haz lo que yo digo, mas…”

La contradicción entre dicho y hecho es un signo que Nuestro Señor Jesucristo atendió y condenó en aquellos “fariseos”, alertando al pueblo a cuidarse de su “levadura”.

Cuidado con ciertos “privilegios”, con esas “migajas estupefacientes” que se sabe dar, que produce “ceguera” y que puede hacer caer en cosas peores.

Como decía la abuelita a “Caperucita”: “¡Cuídate del lobo!”

Los lobos no cuidan corderos, se los comen…

Espíritu Santo, danos discernimiento.

Tú que nos revelas dónde está la verdad y dónde el engaño y ayúdanos a que nuestro “sí” sea “sí” y nuestro “no” sea “no”.

Así como nos enseña Jesús en el Evangelio.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

¡Amén!

¡Dios te bendiga!

JUAN CARLOS HOVHANESSIAN