¿QUÉ VAS A DECIR?

Quisiera contarte una historia que me contaron una vez, y que más allá de reírme cada vez que la escucho, no deja de llamarme la atención y de mostrarme la realidad sobre nuestra manera de hablar, y es más o menos así:

Había una vez dos amigos y vecinos que poseían sendos campos en las afueras de la ciudad. Uno de ellos era muy optimista, en adelante lo llamaremos “el optimista” y el otro era extremadamente pesimista, por lo cual lo llamaremos “el pesimista”.

Ambos cuidaban sus campos y se encargaban de las tareas propias de los campesinos.

Cuando el día era soleado, la reacción de ambos era muy distinta, el optimista decía:  “¡Gracias Señor por el sol que da calor a nuestra tierra, para que los frutos crezcan…” y el pesimista decía: “Sí claro, si sigue calentando así se nos va a quemar todo”.

Cuando llovía, el optimista decía: “¡Qué bueno, lluvia! Gracias Señor por esta bendita lluvia que riega nuestros campos y hace que la semilla crezca…”. Mientras que el pesimista decía: “¿Qué bendita…? Si sigue lloviendo así el agua nos va a llegar hasta el cuello”.

Nuestro amigo el optimista estaba tan cansado de este tipo de comentarios que buscó el modo de darle una lección, por lo cual se compró un perro (de raza) y no demoró en adiestrarlo.

Un buen día el optimista invitó al pesimista a cazar, pues era la época de cacería de patos. Por supuesto que el pesimista aceptando la invitación deslizó uno de sus habituales comentarios: “No sé para qué vamos, seguro que no cazamos nada”.

Estando ya en el bote, esperaron que la bandada de patos hiciera su aparición y cuando así sucedió dispararon contra los patos y bajaron aproximadamente a 10 de ellos. Cuando el pesimista se disponía a remar para llegar donde los patos caídos, el optimista se apuró y le dijo: “¡NO!, No tienes que hacer nada, para eso traje a mi perro.”. Y señalando a los patos muertos que flotaban en el agua, le ordenó al perro que los trajera. El perro, sin demora salió del bote y CAMINANDO SOBRE EL AGUA, sí -leíste bien- CAMINANDO SOBRE EL AGUA llegó donde los patos, y comenzó a traerlos uno por uno hasta el bote… siempre CAMINANDO SOBRE EL AGUA!!! Su amo, el optimista, preguntó -ensanchado por la hazaña de su perro- irónicamente:

“¿Y ahora, qué me decís de lo que acabas de ver?” Y el pesimista mirando al perro y sin gesticular contestó: “¡Seguro que no sabe nadar! ¿No?”

Increíble… ¿no? Pero -lamentablemente- real en la vida de muchos cristianos, que siendo hijos de Dios y receptores de toda la bendición de Dios en Cristo Jesús, están hablando MAL como este pesimista. La Palabra de Dios dice: “te has ligado por las palabras de tus labios, estás preso por tu misma boca” (PROV 6-2). Qué importante es nuestra manera de hablar, cuantas veces el creyente queda ligado, atado, con las cosas que dice. Es tiempo que hablemos como nos enseña el Señor en su Palabra, cuando nos dice en Marcos 11:22-23 que lo que digamos con fe en Nuestro Dios, sin dudar, lo vamos a obtener.

Hablemos, pues, la fe en Jesucristo, y quedemos «ligados y presos» de las BENDICIONES de Nuestro Dios.

Ah, y la próxima vez que salga el sol, ¿qué vas a decir?…

…¿y cuando llueva?

DIOS TE BENDIGA!!!