¡ÉL HA RESUCITADO!

Por Diego Hovhanessian

 

Leemos en Mateo 28:1-6: «Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. De pronto se produjo un gran terremoto, pues un ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose, hizo rodar la piedra y se sentó encima de ella. Su aspecto era como el relámpago y su vestido blanco como la nieve. Los guardias, atemorizados ante él, se pusieron a temblar y se quedaron como muertos. El ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: Vosotras no temáis, pues sé que buscáis a Jesús, el Crucificado; no está aquí, ha resucitado, como lo había dicho. Venid, ved el lugar donde estaba».

Lo primero que debes saber es que Dios se manifiesta a quienes le buscan, aun cuando éstos no lo comprendan todo; como en el caso de las mujeres, “María Magdalena y la otra María”, que no habían comprendido que Jesús había resucitado, pero que de todas formas fueron a rendirle honor, pues ellas le amaban. Para quienes aman a Dios -le adoran y le sirven-, para ellos son las “sorpresas” del Señor. ¡Aleluya!

El poder político y religioso de aquella época «estaba satisfecho» con la muerte de Jesús, porque creían que se habían terminado los problemas; mientras que los seguidores del Señor estaban llorando, tristes y con miedo. Pero era exactamente al revés… para los creyentes: tiempo de festejar, y tiempo de llanto para aquellos que habían mandado crucificar a Jesús. Por eso para ti, querido hermano, éste es un tiempo de gozo, pues Cristo resucitó para no morir nunca más y reinar con todo Su Poder.

Los discípulos tampoco habían entendido que Jesús iba a resucitar. Pero Él resucitó tal como lo había dicho. Todo se cumplió según fue profetizado en las Escrituras. Por eso debes tener la seguridad de que todas las promesas de bendición que hallamos en la Palabra de Dios, para los creyentes, ¡han de cumplirse! Nadie había robado el Cuerpo de Jesús, Él estaba vivo… ¡¡¡ÉL ESTÁ VIVO!!!

Pero a veces estamos «como si nos estuvieran despojando la vida…». ¡Nuestra vida es Cristo! ¡Él VIVE! Antes de la escena del sepulcro vacío, en Mateo 27:62-66 leemos: «Al otro día, el siguiente a la Preparación, los sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron ante Pilato y le dijeron: Señor, recordamos que ese impostor dijo cuando aún vivía: A los tres días resucitaré. Manda, pues, que quede asegurado el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos, lo roben y digan luego al pueblo: Resucitó de entre los muertos, y la última impostura sea peor que la primera. Pilato les dijo: Tenéis una guardia. Id, aseguradlo como sabéis. Ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia». Todo eso que los sumos sacerdotes planearon terminó por «darle aún más credibilidad a la Resurrección». Hermano: todo aquello que en tu vida se presente con el fin de apartarte de la bendición, ¡no podrá!, porque Dios dispone todas las cosas (no algunas, sino todas) para nuestro bien: “Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman…” (Romanos 8:28) ¡Aleluya!

Mira la escena: las mujeres van al sepulcro. Se dirigen con fe, con insistencia… no entendían todo, pero sus corazones desbordaban de amor por el Señor. Y nota que a ellas no les importó la guardia, fueron confiadas y seguras de que alguien les ayudaría y les correría la piedra. Así también debemos hacer nosotros: buscar al Señor con fe, con insistencia, sin permitir que los obstáculos nos paralicen, amando profundamente a Jesús, aunque no entendamos todo… Y puedes tener la seguridad de que serás bendecido por Dios. ¡Gracias Señor!

«Y ahora id enseguida a decir a sus discípulos: Ha resucitado de entre los muertos e irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. Ya os lo he dicho. Ellas partieron a toda prisa del sepulcro, con miedo y gran gozo, y corrieron a dar la noticia a sus discípulos. En esto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, se asieron de sus pies y le adoraron. Entonces les dice Jesús: No temáis. Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.» (Mateo 28:7-10). ¡Él siempre va delante de ti, es tu Pastor, no temas y sigue adelante! Aquellas mujeres caminaron en obediencia, movidas por el amor y la fe en Jesús. Nosotros debemos hacer lo mismo, por eso no podemos desconocer la Palabra de Dios, puesto que «…la fe viene de la predicación, y la predicación, por la palabra de Cristo.» (Romanos 10:17).

Cuando alguien obedece aunque tenga miedo, aunque parezca una locuraCristo le sale al encuentro. Sí, la obediencia te trae un encuentro con Cristo. La obediencia a la Palabra de Dios nos trae una nueva “visión”. Esto no quiere decir negar la realidad, sino tener la seguridad de que ¡Dios está en control! Entonces, aun en medio de las contrariedades podrás decir: –“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Si hay enfermedad: –“Por las llagas de Cristo hemos sido curados” (Isaías 53:5). Si estás preocupado: –“La paz del Señor guarda mi mente y mi corazón” (Filipenses 4:7). La Palabra de Dios involucra todos los asuntos de nuestra vida. ¡Aleluya!

Pero hay un detalle que debemos tener en cuenta: el gozo. Ellas tenían miedo, sí, pero el pasaje bíblico aclara que también tenían gran gozo (v. 8). Obedecer la Palabra de Dios trae a nuestro corazón gozo y alegría, porque confiamos en Dios y esperamos Sus bendiciones: paz, prosperidad, sanidad, restauración familiar, etc. 

Aparentemente, las mujeres habían sido mandadas como simples mensajeras, como si el Glorioso Mensaje de la Resurrección no fuera para ellas. Aparecen llevando un anuncio «que otros verán». Pero de todas formas obedecen, y finalmente llega el encuentro con Jesús. Ahora el miedo va desapareciendo y el gozo va creciendo. ¡Gloria a Dios! Y en el encuentro Jesús te dice: ¡NO TEMAS!, pero también te da un mandamiento. Recuerda que si quieres encontrarte con Él, recibirás instrucciones que habrás de cumplir: «Entonces les dice Jesús: No temáis. Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.» (v. 10).

Ahora veamos algunos puntos importantes sobre la Resurrección de Jesús:

Mateo 28:1: «Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro». Respetaron el día de reposo (el sábado). El descanso sabático estaba instituido por Dios. Esto significa que para ver la Gloria de la Resurrección (esto es: recibir las bendiciones que Cristo ganó con Su Muerte y Resurrección) necesitas cumplir lo establecido por Dios y descansar, salirte de las preocupaciones que quieren abarcarte por completo y confiar en el Señor, que te dice «descansa en Mi fuerza y Mi poder».

Mateo 28:11-15: «Mientras ellas iban, algunos de la guardia fueron a la ciudad a contar a los sumos sacerdotes todo lo que había pasado. Éstos, reunidos con los ancianos, celebraron consejo y dieron una buena suma de dinero a los soldados, advirtiéndoles: Decid: Sus discípulos vinieron de noche y lo robaron mientras nosotros dormíamos. Y si la cosa llega a oídos del procurador, nosotros le convenceremos y os evitaremos complicaciones. Ellos tomaron el dinero y procedieron según las instrucciones recibidas. Y se corrió esa versión entre los judíos, hasta el día de hoy». Mientras tú te mantengas firme, creyendo, fiel al Señor, habrá voces que harán lo imposible para «tapar», negar, para hacerte creer que estás loco, que las cosas no son así… Pero sigue adelante, no temas que ¡Cristo vive!

Mateo 28:2: «De pronto se produjo un gran terremoto, pues un ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose, hizo rodar la piedra y se sentó encima de ella». Por la Resurrección de Jesús, por Su Victoria, se producirán «cosas repentinas» de parte de Dios. El Señor se ocupará de lo que tú no puedas hacer, así que deja de preocuparte por «la piedra sellada».

Muchas veces nos preocupamos por cosas que “no tienen sentido”, y aun cuando realmente se trate de situaciones difíciles… Hermano querido, podemos pasarnos toda la vida preocupándonos, pero debes saber que Cristo –mientras ellas se preocupaban– ¡ya había resucitado! Debes saber que ¡CRISTO VIVE!

Mateo 28:5-6: «El ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: Vosotras no temáis, pues sé que buscáis a Jesús, el Crucificado; no está aquí, ha resucitado, como lo había dicho…». Cree lo que Él te ha dicho, que como dijo: así será.

Finalmente el Evangelio concluye diciendo: «Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al verlo le adoraron; algunos sin embargo dudaron. Jesús se acercó a ellos y les habló así: Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.» (Mateo 28:16-20). Había algunos que aún dudaban. Leamos 1 Corintios 15:3-8: «Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se apareció a Cefas y luego a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales todavía la mayor parte viven y otros murieron. Luego se apareció a Santiago; más tarde, a todos los apóstoles. Y en último término se me apareció también a mí, que soy como un aborto.» Y el versículo 14 dice: «Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe».

Quienes no creen en el Poder de Cristo, que Resucitó y Vive por los siglos, más allá de la fe que digan profesar o de lo que prediquen, eso es vano, falto de solidez, vacío; conforme lo expresa el apóstol Pablo. Pero la Iglesia muestra a Cristo, Vivo y Glorioso, y está llena del Poder del Espíritu Santo, porque es la Iglesia de Jesucristo. Es ahí donde hallamos una predicación y una fe poderosas. No temas, no dejes lugar a la duda, pues no hay nada por encima de Nuestro Señor y Su Poder. Nada lo puede opacar, nada lo puede vencer. Hemos recibido un mandato divino: ganar almas para Cristo, hacer discípulos; es tiempo de levantarnos a cumplirlo. Su Presencia está con nosotros para siempre: «…Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.» (Mateo 28:20). ¡Gracias Señor!

Vive seguro en Su Presencia, pues Él siempre está contigo. Cuando el temor te asalte, cuando tengas que enfrentar «gigantes», recuerda que CRISTO VIVE y gózate, pues Él tiene todo Poder y está siempre contigo. Anímate a todo «en» y «con» Cristo: ¡Él ha resucitado!

¡Aleluya!